La cantera de los futuros profesionales

P onerse a los mandos de un avión a través del teléfono móvil, de una tableta o del ordenador es, para cualquier aficionado al transporte aéreo, una actividad siempre apetecible. Aunque la tesis de este reportaje manifiesta taxativamente que la simulación aérea no es un juego –y así se ha demostrado en los capítulos anteriores–, no se puede negar que, cuando se abandona el ámbito profesional, la línea que separa los simuladores de los videojuegos no siempre es nítida. Los más puristas tienen claro cuál es el concepto que delimita si un software se encuentra a un lado u otro de la frontera, si un programa o una aplicación es un simulador o si, por el contrario, se trata de un simple videojuego. Ese concepto va ligado a una palabra mágica: realismo.

El mercado de simuladores amateur es, efectivamente, muy variado. En él, el grado de realismo con el que se emulan las operaciones aéreas es el factor decisivo. No es lo mismo una aplicación de un teléfono que permite el despegue sin aparentes problemas de un Boeing 747 desde una pista tan corta como la del famoso aeropuerto de Lukla, en Nepal, que un software capaz de poner al usuario en la piel de una tripulación que debe hacer frente a un fallo de motor con total fidelidad. En este caso, el grado de realismo lo proporciona el comportamiento del avión: no solo se analiza cómo vuela, sino también si los sistemas responden exactamente como lo haría un avión real…

Es en este segundo grupo de programas donde se encuentran los auténticos simuladores de vuelo, esos que se alejan del concepto de un videojuego. Quizá el mayor exponente (por su popularidad) es la saga Flight Simulator de Microsoft –que en 2020 resucitó tras una larga pausa de casi 15 años–, pero hay muchos más: DCS, X-Plane, Prepar3D, Aerofly, IL-2 Sturmovik…

El Microsoft Flight Simulator está tan logrado y ofrece tan buenas prestaciones a nivel gráfico, que tiene acreditado su uso para la simulación de operaciones reales, por ejemplo, para pilotos de aviación general y deportiva. “Uno de nuestros proyectos más interesantes es el primer simulador de vuelo basado en el nuevo software de Microsoft, el Flight Simulator 2020, que estará a disposición de todos los pilotos que quieran practicar el vuelo ultraligero, deportivo y, sobre todo, el vuelo VFR (visual), ya que el Flight Simulator ofrece ventajas espectaculares en cuanto a escenarios”, señala Óscar Mateos, director de Marketing y Ventas de Virtual Fly.

Sumemos a toda esta oferta de simuladores otros muchos proyectos que, gracias a las oportunidades que ofrece internet, dan la posibilidad a los usuarios de subir uno o varios escalones en su búsqueda del realismo. Dos ejemplos son las redes IVAO y Vatsim, que interconectan a miles de usuarios para ejercer de pilotos o de controladores aéreos virtuales, quienes tratan de emular los procedimientos reales. “Tenemos un puñado de servidores interconectados a los que las personas se pueden conectar desde sus casas a través de sus simuladores. Se conectan a nuestros servidores y así pueden verse los unos a los otros volando en sus respectivos aviones. También proporcionamos servicios de control aéreo a esos pilotos. Nuestros controladores siguen los procedimientos de la realidad, lo que nos sitúa en un mundo virtual que trata de imitar la aviación real”, explica Matt Bartels, vicepresidente de Marketing y Comunicación de Vatsim.

Estas redes llevan más de dos décadas actuando como verdaderos semilleros del talento para el sector aéreo: en ellas se inician numerosos jóvenes, que descubren a través de la simulación su verdadera vocación y que, años después, terminan dedicándose profesionalmente a la aviación. “Nuestra máxima en IVAO es tratar de acercarnos a la realidad lo máximo que sea posible. En la actualidad tenemos hasta dos generaciones de ingenieros, pilotos y controladores aéreos que han pasado por IVAO y que están actualmente trabajando en el sector”, apunta Elías Herrero, director de la División Española de IVAO. Por eso, aunque para muchos puede ser una afición difícil de explicar (en comparación con otras mucho más populares), dedicar tiempo a este tipo de herramientas (en el ordenador, en la tableta o en el teléfono móvil) puede despertar curiosidades que, a la postre, se materialicen en empleos de calidad y una buena remuneración. Así que, incluso en esto, la simulación aérea tampoco es un juego.

Escucha este reportaje en Aerovía

‘La simulación aérea no es un juego’ es un trabajo periodístico en un formato doble (pódcast y reportaje multimedia en web) que, por tanto, se puede leer y escuchar. No te pierdas el doble capítulo especial de Aerovía, con todos estos sonidos y muchos más: