Lo que la pandemia no detuvo:
LA SIMULACIÓN AÉREA DURANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Que la aviación es una industria expuesta a múltiples riesgos no es un secreto. Lo señaló de forma nítida Richard Branson, fundador del imperio Virgin, en una de sus citas más recordadas: “Si quieres convertirte en millonario, empieza con mil millones y lanza una nueva compañía aérea”. En efecto, durante su breve e intensa historia, el transporte aéreo se ha visto envuelto en numerosas crisis de distinto calado, tanto económicas (la del petróleo de 1973 o la financiera de 2008) como de seguridad (Lockerbie, el 11S…). Sin embargo, el mayor desafío histórico para el sector no tuvo su origen ni en el ámbito económico ni en el de la seguridad, sino en el sanitario. Una nueva enfermedad infecciosa, bautizada como COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud, asestó un golpe sin precedentes al sector.
Ha sido necesario más de un año y medio para que la aviación empiece a mostrar signos inequívocos de recuperación. Aunque el camino por delante sigue siendo incierto, la aviación está recuperando el pulso con decisión. Atrás han quedado las imágenes del espacio aéreo de todo el mundo semivacío, en los que apenas un puñado de vuelos (principalmente, los de carga y los vuelos de repatriación) despegaban cada hora.
Diferencia entre vuelos en Europa 2019 vs 2020. Fuente: elaboración propia con base en FlightRadar24.
El cierre de las fronteras de la mayoría de los países y los confinamientos decretados por las autoridades en su afán por detener la propagación del nuevo coronavirus tuvieron un impacto devastador en el transporte aéreo. Ante la inactividad forzosa, excepto en algunos casos muy específicos (como en el de las compañías aéreas dedicadas al transporte de carga), las aerolíneas tuvieron que tomar medidas drásticas para evitar lo que en algunos casos hubiera significado una bancarrota súbita. Así, la ola de despidos (temporales o definitivos) no tardó en convertirse en una realidad. En España, la figura del ERTE, el expediente de regulación temporal de empleo, se convirtió en el mecanismo propicio para mantener el vínculo laboral sin que las compañías aéreas debieran a hacer frente al pago de las nóminas. Más de veinte meses después, la realidad laboral para miles de trabajadores del sector sigue siendo esa, la del ERTE.
La T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas, vacía durante el confinamiento. Foto: Shutterstock.
La caída brutal de la actividad aérea dejó en tierra a buena parte de la flota mundial de aviones. La firma Cirium cifró en 16.000 las aeronaves comerciales estacionadas a causa de la crisis, aproximadamente dos tercios de la flota global. Esta circunstancia agregó un desafío de magnitud a una situación ya de por sí tremendamente compleja, puesto que tener un mínimo de actividad es condición sine qua non para que profesionales como pilotos o controladores aéreos puedan mantener su pericia.
Los simuladores, cuyo protagonismo a menudo se relaciona con el entrenamiento de emergencias o procedimientos anormales, adquirieron un rol aún más relevante ante la paralización de la aviación por la pandemia. “La formación de los pilotos es un aspecto clave de la profesión y ha tenido un especial protagonismo en la recuperación tras los peores meses de la pandemia. El entrenamiento en simuladores ha sido clave para cumplir con los requisitos de la autoridad respecto del mantenimiento de nuestras licencias y habilitaciones, y para mantener nuestras competencias”, señala Carlos García Molaguero, portavoz del Copac, el Colegio de Pilotos de la Aviación Comercial.
Como en el caso de los pilotos, los controladores aéreos también se sirvieron de los simuladores para hacer frente a una situación excepcional. “En una situación de reducción de tráfico tan anómala como la ocasionada por la COVID-19, los simuladores nos han permitido mantener la pericia. También han sido cruciales en los procesos de formación de las nuevas incorporaciones, pues el tráfico real era mucho menor que el habitual y solo gracias a la simulación se ha podido practicar la operación con una carga de trabajo similar a la que nos enfrentaremos cuando alcancemos la tan deseada recuperación total”, subraya Celia Pulgar, vocal de Formación de Aprocta, la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo.
Simuladores abiertos las 24 horas
La Ciudad de México es, con casi 22 millones de habitantes en su área metropolitana, la mayor urbe de toda Norteamérica. Para los visitantes primerizos, uno de los aspectos que más llama la atención es la cantidad de helicópteros que operan en la ciudad todos los días, especialmente en el corazón financiero de Reforma y en otros barrios de alto poder adquisitivo, como Santa Fe o Polanco. La razón de la presencia de este tipo de aeronaves es que, para los más pudientes, los desplazamientos aéreos son la mejor forma de sortear uno de los mayores problemas de la capital: los atascos.
Vista de uno de los cientos de helipuertos de la Ciudad de México. Foto: Shutterstock.
Aunque México en ningún momento tomó medidas tan drásticas como las que se han visto en otros países, la llegada de la pandemia sí provocó un cierre casi total de su ciudad más poblada durante la primera ola. Las calles se vaciaron, las grandes avenidas se quedaron sin coches, dejó de sonar el tráfico incesante. Los negocios bajaron la persiana, muchos para siempre, y los afortunados que pudieron se quedaron trabajando desde sus casas. El centro de formación que Airbus tiene en la capital mexicana fue una de las pocas excepciones. “En el caso de México, la industria aeronáutica fue declarada sector esencial desde el inicio de la pandemia, lo cual ayudó a que nuestras operaciones se mantuvieran en marcha”, explica Jesús Durán, gerente general del Airbus Mexico Training Centre.
Uno de los simuladores del Airbus Mexico Training Centre. Foto: Shutterstock.
“Durante la pandemia, los simuladores de vuelo han sido fundamentales para mantener las competencias y las capacidades de las tripulaciones para operar los aviones”, apunta Jesús Durán, gerente general del Airbus Mexico Training Centre. Este centro de adiestramiento, en el que Airbus cuenta con -entre otros- tres simuladores de última generación de la familia del A320, funcionó a pleno rendimiento durante la pandemia, con un servicio continuo de 24 horas para dar respuesta a las necesidades de los pilotos de las dos compañías mexicanas que basan su operativa en los aviones de este fabricante, Viva Aerobús y Volaris. “Durante la pandemia, los simuladores de vuelo han sido fundamentales para mantener las competencias y las capacidades de las tripulaciones para operar los aviones”, explica Durán, quien no solo resalta el valor de estas herramientas ante la caída de la actividad sino, sobre todo, de cara a la salida de la crisis: “México ha registrado una recuperación del tráfico aéreo más ágil y sostenida en comparación con otros países de la región, lo cual responde a la política de no cerrar fronteras y al importante trabajo de los operadores aéreos mexicanos para reactivar el sector. Por eso, para nosotros es fundamental mantener en curso nuestros servicios de entrenamiento de pilotos de cara a la recuperación total de la industria aérea”.
El rol de los simuladores va, en todo caso, mucho más allá de la pandemia. Como se ha visto, su uso y buen funcionamiento es indispensable para la seguridad del transporte aéreo. Esto es lo que justifica las grandes inversiones de dinero que mueve esta industria especializada. Ahora bien, ¿cómo puede un ordenador recrear la realidad de forma tan fiel que lo que allí se entrena tiene validez en el vuelo real? ¿Cómo es el trabajo meticuloso que se desarrolla en los simuladores para que las sesiones que allí se desarrollan tengan una relación directa con el desempeño laboral? No te pierdas el siguiente capítulo de este reportaje especial.